Soy optimista, se abría la posibilidad de una reflexión colectiva en torno a qué se enseña en la escuela, aunque solo fuese porque lo que parece predominar en la enseñanza presencial se encuentra ya con facilidad en la Red, … «Las metodologías que propicien un aprendizaje autónomo«, «las estrategias motivadoras basadas en actividades variadas, creativas y no rutinarias, contextualizadas al entorno y la realidad del alumnado, de libre ejecución, que favorezcan la manipulación» no pueden ser solo necesidades temporales de una situación excepcional sino demandas permanentes de una escuela renovada.

Juan Carlos Jiménez.  Maestro CEIP PALOMERAS BAJAS Mcep Madrid

Como no podía ser de otra manera, porque estamos viviendo un momento inédito, la educación ha ido durante esta crisis a remolque de los acontecimientos.

Al comenzar el confinamiento, el principal problema educativo parecía ser el de los contenidos que niños y niñas no iban a poder recibir. De la noche a la mañana nos reinventamos como profesorado de educación a distancia y descubrimos un «montón» de recursos digitales y otro «montón» semejante de técnicas de comunicación. Y, naturalmente, no se fuese a creer que estábamos de vacaciones, llegaron los deberes digitales para casa, tratando de replicar en la distancia lo que ya errábamos en el aula. Contenidos muchas veces extraños a nuestros niños y niñas, ajenos a su curiosidad, y alejados de lo que estaba ocurriendo y preocupándoles, aunque ahora viniesen envueltos en el siempre atractivo colorido de las pantallas audiovisuales.

Tras el inevitable aluvión de deberes digitales, surgieron las primeras críticas, casi siempre, o mayoritariamente, de las familias y centradas más en la cantidad que en la calidad. Es comprensible. Sería mucho pedir que el pensamiento educativo dominante cambiase de la noche a la mañana por mor de una pandemia. En cualquier caso, soy optimista, se abría la posibilidad de una reflexión colectiva en torno a qué se enseña en la escuela, aunque solo fuese porque lo que parece predominar en la enseñanza presencial se encuentra ya con facilidad en la Red. No en vano las enciclopedias fueron el primer cadáver causado por la democratización del saber en Internet. ¿Podría ser otro cadáver la escuela clásica? ¿O vamos a seguir añorándola?

NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES

El posible debate sobre si estaba sirviendo de algo a nuestro alumnado lo que estábamos haciendo, se vio interrumpido por un problema más acuciante: cómo atender a los niños y niñas que no podían seguir la enseñanza a distancia.

Resulta un poco redundante: lo que no servía para el común del alumnado, a pesar de sus ordenadores, conexiones y familias implicadas, servía menos para los niños y niñas con mayores dificultades y necesidades.

Sorprendente y gratamente, he de confesarlo, la administración redescubría, 30 años después de la LOGSE, la necesidad de la compensación educativa. Una necesidad que no es nada nueva ni extraña al sistema educativo sino un problema con el que pelea la escuela pública, sin medios ni recursos, en su día a día habitual.

En el caso de la Comunidad de Madrid el descubrimiento provocaba sonrojo. Es la misma Administración que ha desmantelado los programas de educación compensatoria y que ha recortado y reducido los apoyos al alumnado de necesidades educativas especiales. En el altar de los recortes presupuestarios, y en honor del bilingüismo, ha ido excluyendo de los programas de apoyo diferentes dificultades que necesitan atención. La penúltima, la dislexia que ya no tiene apoyo en la escuela y debe tratarse desde fuera. Al mismo tiempo, ha ido aumentando el número del alumnado diferente al que tiene que atender el profesorado de apoyo hasta convertir ese apoyo en algo meramente simbólico y anecdótico a pesar del esfuerzo, poco reconocido, de los profesionales.

El redescubrimiento de la diversidad de nuestro alumnado, esa diversidad que enriquece la escuela a su pesar, llegaba tarde, sin embargo. Y desenfocado, principalmente. Lo que nuestro alumnado en riesgo de exclusión necesitaba no eran tablets ni ordenadores, no eran conexiones a Internet ni programas informáticos. Desgraciadamente ni siquiera era una escuela nueva.

Necesitaban una alimentación sana, un entorno limpio e higiénico, una convivencia segura. Necesitaban empleo o prestaciones para sus familiares. Necesitaban salud. Necesitaban atención y cuidados familiares. La compensación educativa no puede suplir las desigualdades sociales y la tan cacareada igualdad de oportunidades es tan solo un slogan vacío para justificar la ley de la selva del mercado.

En mi centro, casi la mitad del alumnado tiene problemas de algún tipo para seguir las enseñanzas a distancia. Y no son los más importantes la carencia de dispositivos informáticos, ni la falta de conexiones fluidas a Internet, ni la dificultad de tener que compartir esos recursos con el teletrabajo de sus padres o las tareas escolares de sus hermanos y hermanas, sino el hecho de tener que estar conviviendo o peleando con el hambre, el miedo, las incertidumbres y las enfermedades.

 

EVALUACIÓN Y PROMOCIÓN

Pero tampoco este problema ocupará mucho espacio en los medios de comunicación pues ya estamos siendo sepultados por la aparición de otra nueva cuestión acuciante. La de la evaluación, al hilo de la decisión de algunas administraciones educativas de dar una especie de aprobado general y urdir nuevas actuaciones de apoyo al alumnado en dificultades en los centros escolares en julio.

Compensación educativa y evaluación vuelven a llevarnos al punto de partida.

¿Qué es lo que tenemos que evaluar? ¿Qué contenidos?

¿Qué es aquello tan importante que debían aprender los niños y niñas sin lo cual la promoción de curso es descabellada?

Como no deja de tener bemoles que contesten la pregunta quienes han mercadeado con doctorados y masters, y han comprado sus titulaciones, yo voy a hacerme la pregunta al revés:

¿Qué es lo que han perdido o van a perder nuestros niños y niñas en este largo trimestre de confinamiento que exige, por un lado, compensación extraordinaria y, por otro, lado, reorganizar las programaciones el curso que viene?

En mi opinión, lo menos importante son unos contenidos lejanos a la vida, que se repiten cíclicamente a lo largo de la escolarización obligatoria y que puedes encontrar con facilidad en el buscador de cualquier navegador.

No. Lo que niños y niñas han perdido es mucho más importante y, me temo, que irrecuperable.

Lo que, al menos en mi colegio, y enlazo con reflexiones leídas en el blog del Movimiento Cooperativo de Escuela Popular, lo que al menos en nuestros colegios pierden son las cosas que no se encuentran en la red: es el calor de los abrazos, la mirada cómplice entre iguales, el sentimiento de pertenencia dentro del mundo de la infancia, la mano que ayuda cuando caes al asfalto jugando, la defensa de los propios argumentos frente a la diversidad de opiniones, o la modificación de éstos, cuando permites el espacio del otro u otra y abres la flexibilidad mental .Es el acuerdo en las reglas para jugar y convivir, es el placer de compartir un cuento, un problema matemático sin resolver o una melodía con la flauta. Es el aprendizaje por error y el tanteo experimental.

Es reconocer y expresar las emociones que nos habitan desde dentro y afloran hacia afuera aprendiendo a mostrarlas, gestionarlas y vivirlas en ese gran mundo social en el que vivimos. Es el contacto entre iguales que les ayuda a resolver conflictos, a cultivar la empatía y la solidaridad, a experimentar la amistad, y los límites personales…

Pierden disfrutar del juego al aire libre en el patio y el trabajo responsable y metódico en el aula. Pierden aprender a organizarse colectivamente en las asambleas y a respetar como válidas opiniones y actitudes que no se comparten…

Y mientras los contenidos los encuentran en cualquier sitio de Internet, lo otro no se recupera con nuevas clases en julio.

Pero tampoco ahora las cosas están perdidas del todo. Repito que soy optimista. Mantengo la esperanza de que de esta crisis salgamos unidos, con el pleno convencimiento de que la sanidad pública es un bien intocable que debemos defender y potenciar. Por eso, en el terreno educativo espero, igualmente, que hayamos comprendido la importancia de unos servicios de apoyo a la diversidad, adecuados y suficientes en todo momento.

Y más allá, que hagamos de la necesidad, virtud. Antes de que el PP decidiera hacer oposición también con la educación, circulaba un documento sin firma con membrete de la Consejería de Educación y Juventud de la Comunidad de Madrid bajo el título: «Informe sobre la planificación del último trimestre y final del curso 2019-2020 en la Comunidad de Madrid como consecuencia de la crisis sanitaria provocada por coronavirus«.

El informe, al menos para Primaria, contiene algunas sugerencias afortunadas. No costaría nada convertir en hábito, en costumbre, en norma general, las medidas que se habían previsto en esta situación excepcional cuando se atrevían a pedirnos no adelantar contenidos.

Las «programaciones que desdibujan la diferenciación curricular por áreas y ponen el acento en el desarrollo de capacidades de ámbito comunicativo, científico matemático y afectivo emocional» son muy parecidas al trabajo por proyectos que llevan décadas proponiendo los movimientos de renovación pedagógica. Y lo mismo ocurre, con la salvedad de que aquí se demanda, además, el incremento de las dotaciones de profesorado que lo haga posible, con la necesaria «individualización de las programaciones, adecuándolas a las características y el contexto de cada alumno o alumna«. Y vuelve a ocurrir con el fomento y estímulo de los equipos docentes.

«Las metodologías que propicien un aprendizaje autónomo«, «las estrategias motivadoras basadas en actividades variadas, creativas y no rutinarias, contextualizadas al entorno y la realidad del alumnado, de libre ejecución, que favorezcan la manipulación» no pueden ser solo necesidades temporales de una situación excepcional sino demandas permanentes de una escuela renovada.

¿Por qué «las propuestas semanales individualizadas y globalizadas, más que por áreas, con calendario de entrega y con posibilidad de fomentar una permanente retroalimentación educativa y emocional«, propuestas que en la pedagogía Freinet asociamos al plan de trabajo, han de limitarse a este confinamiento? ¿Por qué en septiembre la inspección educativa volverá a pedir programaciones por asignatura mientras se margina o dificulta el trabajo por proyectos? ¿Por qué «la atención emocional y afectiva del alumno poniendo en valor las capacidades y los logros más que las carencias” no ha de ser el hilo conductor de toda la enseñanza obligatoria? ¿Por qué la colaboración y confluencia con las familias no ha de ser igual de importante durante el curso ordinario?

Si lo abordáramos así, la crisis habrá sido también una oportunidad para crecer en el terreno educativo.

Madrid 19 de abril de 2020

ww.mcep.es/2020/04/21/polemicas-educativas-en-confinamiento-juan-carlos-jimenez/